En el gran escenario de la Plaza San Antonio

En el reino de los mansos… el masoquista es el rey. En la monarquía de los poetas vivos… tú eres, preclaro Javier, el salvador de nuestra indolencia, la banda sonora del árbol del bien y del mal. El micrófono de la arenga. La voz de la gnosis que despierta. Que nos despeja y aviva y reordena. Eres un hombre hacedero. Una abrupta ruptura de la mediocridad social y de la mendicidad intelectual. Mensajero siempre presto: monomanías desabrochadas, encartes de sonrisas, papelillos de seis cuerdas, orto y ocaso, madrugada encendida, inteligencia obsequiosa, letra chispeante. ¡Mira qué eres chulo en tu paraíso de cañaíllas y besos de tornillo! Poderío sin principio ni final. Hoy pisarás el tablao del gran escenario de la Plaza San Antonio. Frente por frente al perfil en mármol de José María Pemán. Observarás la avalancha de gentío dominante desde la largueza de la calle Ancha. Todo Cádiz a los pies de tus melodías salvadoras. Porque eres como el letrista de la gloria misma. Cantautor nutricio tú. Cantautor emisario tú. Cantautor inhabitual tú. Padre Javier que estás en los cielos del Carnaval, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino de Caleta de agua quieta. Hágase tu voluntad de coplas que embellecen el tapizado de nuestros pensamientos. Te precedió el niño terrible: Antonio Martínez Ares. Te antecedieron en la pisada del estrado los Antonio Burgos, Carlos Cano, Fernando Quiñones Chozas, Rafael Alberti Merello, Pedro Romero Baro y Felipe Campuzano, Carlos Herrera, Enrique Villegas, el Beni, Jesús Quintero… Menuda tropa de trovadores impenitentes. Chico censo de ilustrados combatientes con la pluma en la mano, con el pentagrama en el tiento, con el compás en la salvaguarda. Hoy no te buscaré por los enigmas descifrados de Cortadura. Hoy no remangarás tu camisa vaquera en los antebrazos de un pulso fraternal. Porque cantarás y contarás. Porque contarás y cantarás. Disfruta de los versillos de la noche gaditana. Hércules te impulsará con su musculatura deífica. Adéntrate en el oleaje de este público tan desgarradamente consciente de tu lenguaje. Javier, Javier Ruibal, versificador de Santa Catalina que jamás caerás por los bloques de piedra de lo estrictamente abismal. Hoy te harás Cádiz pura. Acuérdate, entre tanguillos y flores de Estambul, de la mirada celeste de Paco Alba. Otro mito sin leyenda de la realidad sin teoría del Carnaval. Y, si triunfas, que lo harás con creces, no bebas en catavino de cristal… hazlo en tacita de plata. En la Tacita de Plata. Deléitate a corazón abierto. Que sigas siendo tú. Que salgas por la puerta grande. Que te quiten lo bailado, don Javier. Y que reviente el que reviente.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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