Manuel Sola. Obituario

Anteayer contacté telefónicamente con Manolo Serrano. Noté muy compungido al Hermano Mayor de la Borriquita. No era para menos: Acababa de visitar a su aliado, amigo, hermano y compañero de Junta de Gobierno Manuel Sola. A su tocayo del alma. Lo hizo -¡oh desafueros de los hados de la malaventura!- en el Hospital. No salía Manolo Serrano de su asombro. De su desconsuelo. Me hablaba con voz apesadumbrada. Con un contagiante deje de abatimiento. Manuel Sola estaba francamente mal. Orilleando la estela de lo fatídico. Tanto que dejó este mundo de los vivos –esta tiniebla enmascarada de finitud- durante la mañana de ayer martes. Me cuentan que Manuel Sola (en la fotografía ilustradora de este post) afrontó su enfermedad con la tenacidad y la gallarda alegría de un cristiano de pro. No cejó de trabajar por su Hermandad a pesar de las punzadas de la ya maltrecha salud. Los hombres de Fe no temen el salto al más allá. Presienten las frondas de la eternidad. Imagino su aferro a la labor diaria de la Hermandad como un sendero directo al Edén de la Paz. A la Estrella de la Mañana. A la cofradía de niños que nunca perderán la inocencia de su algarabía. La Borriquita disfrutó de un jubiloso Domingo de Ramos pero, a su vez, de un quejumbroso periodo post Semana Santa. Tres de sus cofrades (dos de ellos miembros del Cabildo de Oficiales) han fallecido de entonces acá: Juan Andrés García Rincón, Julio Jiménez Soto y Manuel Sola Cuellar. El blog oficial de esta lasaliana cofradía se ha teñido de lazos negros durante las dos últimas semanas. En un santiamén somos y no somos. La muerte es un secreto a voces que nadie acierta a localizar.

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