Embobecidos

Si nos embobecemos ante un contexto, ante un escenario, ante una circunstancia que consideramos injusta entonces –tolón, tolón- ya podemos certificar nuestra patente de corso de masa impávida, de ceros a la izquierda, de vegetales con pupilas, de carne atontecida, de pasta insípida, de esqueleto andante, de orificio de vasos sanguíneos. El hombre y la mujer, el niño y la niña, el anciano y la abuelita, como siembra y como fruto de las razones del mundo de los vivos, no pueden quedarse de brazos cruzados cuando palpan, cuando captan, cuando absorben una injusticia. Ya la descubran a dos centímetros del palmo de las narices o en lontananza. Ya la visualicen acá o acullá. Si –en efecto- nos abobamos, como estatuas absurdas, entonces es que tendemos a la bobería. O es que somos unos inútiles consentidos. Unos fantoches invisibles. O corre sangre de horchata helada por nuestras venas. Si paseamos el presente, sus mañanas y sus noches, entontecidos, adormilados, achantados, entonces demos por válida nuestra condición de indolentes, de insensibles y de blandengues. Si pisamos el asfalto de la existencia revestidos de nadería, de encogimiento, de contracción y de retracción, entonces tome usted su documento nacional de identidad del país de los pacatos. De los medrosos y los miedosos. La esfera del Planeta Tierra está sembrada de plantas muertas, de gente aprovechadilla que se niega la sal y la pimienta de la dignidad. El orbe, el agro y la urbe –el universo, el campo y la ciudad- se nos presentan atiborrados de personalidades achicadas, de potenciales con inminente fecha de caducidad, de apocamientos y de aparcamientos. Triste desperdicio del serial que sucede a nuestro natalicio, a las vidrieras que iluminan coloridamente nuestro proyecto vital, a las autopistas sin previo pago de peaje. Dediquemos un rotundo no. No a quienes ponen cara de póquer mientras ejercen los entremeses de la hipocresía. No a quienes juegan a la ronda San Miguel del más de lo mismo. Amasados con harina de otro costal: el de la resignación, el del conformismo, el de la cobardía.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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