De la muñeca virtuosa de Martín Prieto a la polifonía del Picasso más íntimo

Permítanme la osadía de unas leves e incluso aleves recomendaciones para este fin de semana. Con preponderancia –eso sí- de libros. Como cantara Rosa León en la cabecera musical de aquel mítico programa televisivo de finales de los 70 y principios de los 80: Todo está en los libros. ¿Habéis ojeado –sin hache- y hojeado –con hache- el titulado ‘Cartas a mujeres’? Pues no sabéis ni de lejos ni de cerca, ni de frente ni de costadillo, cuanto os perdéis sin encomendaros ni al Altísimo ni al demonio Satanás. ‘Cartas a mujeres’ es un paradigma del género epistolar que brota, salpica, emerge, irrumpe y prorrumpe de la mano diestra –de la muñeca virtuosa- de Martín Prieto. Periodista a fuer de escritor, Martín Prieto domina una escritura de ensueño que siempre huele a flor pisada porque rehuye las regaderas de todos los convencionalismos. En estas glosas con membretes y destinatarias reales subyace el pulsímetro de la metáfora con perfume de hembra y la metonimia con gotitas de señora muy señorona. Más que redactar… Martín Prieto ha esculpido –con la gubia de su prosa- el monumento a la mujer que toda criatura en femenino singular desea para sí misma. Otro libro ácrata, polifónico y permisivo: ‘Picasso íntimo’ de Antonio Domínguez Olano. Quien se entregue a la sandunga, al salero, al donaire de estas páginas obtendrán la merced de un pintor sagradamente tautológico. ¿O quizás todo lo contrario? Picasso era sinónimo y antónimo de Picasso. Picasso fue haz y envés de Picasso. Cuatro caras de dos semejantes monedas. Una antítesis y una síntesis del trazo de la contrariedad y del mazo de la generosidad. Una penúltima sugerencia: beban –moderadamente- vino de la tierra. Estudios médicos recomiendan una copita diaria sin sumas ni restas. Alargan nuestra existencia –en el supuesto del peor de los casos- con una propina de cinco años. Rieguen el almuerzo con una copita de vino de Jerez. Comida mediterránea, su bien servida ración de ejercicio físico y cuarto y mitad de risas y optimismo. ¿Cabe mejor fórmula para el tanteo del cachondeo de nuestra Baja Andalucía?

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