Fiesta ibicenca, dos días de playa y un apetecible sarao social. Además de breverías en torno a Loreto, la Academia, Villamarta y Esteban Pérez Abión


Una fiesta ibicenca, dos días de playa y un sarao social muy apetecible me han mantenido fuera del cuadrilátero del blog durante este fin de semana. Nada ni nadie me ha dejado KO en el primer asalto. Más bien lo encarnizadamente contrario: de nuevo me he fundido y no confundido con las risas, con la amistad, con la batahola del sol naciente –provistos nuestros andurriales, además, de mucho nipón de apetencia de manzanilla sanluqueña-, con la tertulia escalofriante, con la inyección de confidencialidad (¿verdad que sí, prima Chelo?), con los intercambios telefónicos, con la abrazadera cordial de Esteban Fernández, con las caminatas por el gaditano barrio de La Viña, con la entrevista radiofónica que dedico a la periodista Maribel Cano, con la sensibilidad de Loli Barroso, con el chisporroteo de la actualidad cofradiera sevillana y la incógnita dimisión del presidente del Consejo Adolfo Arenas silueteada entre interrogantes, con el Jerez Industrial como efugio para la parrafada memorable, con calles de luna y cielos de estrellas, con carcajadas de anecdotario, con una ensalada de salmón en El Buen Comer –para chuparse los dedos-, con el anuncio del fascinante programa veraniego supurando veladas de ensueño bajo las madrugadas del Castillo de Santa Catalina (¿Habrá dado ya el “sí quiero” a su eterno pretendiente el Castillo de San Sebastián? ¡Redondo aquel impactante romance entre Catalina y Sebastián escrito por un autor de tronío: Antonio Martínez Ares!), con la impaciente espera de las memorias de Sánchez Dragó y con una piscina –la de mi Urbanización- movilizando a la chavalería de tan cortés vecindario.

Para que nada falte en este ínterin de asueto, elijo la selección de un ejercicio de escritura personalizada: desbrozo y descorcho la entrega de unas reseñables breverías (no precisamente afluyentes e influyentes según la obra –copiosa y también inútilmente copiada- de Ramón Gómez de la Serna). Ahí van al boleo:

A) La pasada semana asistí a un 2X1 de Cabildos –el primero Ordinario y el segundo Extraordinario- de mi Hermandad de Loreto. Allí, en la entreplanta de la sede parroquial de la Iglesia de San Pedro, se habló de todo un poco o un poco de todo. Sin prisas –a excepción de las carreras olímpicas de Manuel Pablo, el hijo de mis queridísimos José Manuel Prado e Inma Pavón- y sin pausa. No tocaba retreta ni tampoco toque de queda en la asamblea lauretana. Sino proyectos a porrones. La Junta va a una: canon cofradiero para completar la renovación –o, por mejor decir, la incardinación, retrospección y purificación de las líneas estéticas concebidas por los hermanos fundadores- de la impronta de la corporación nazarena a pie de calle. Aprobados por unanimidad los bocetos de piezas bordadas de manto y saya para la Señora y de paños de bocinas y dalmáticas. Se presenta con toda pulcritud de detalles explicativos. Y la respuesta asienta en acta la unanimidad aprobatoria de los hermanos concurrentes. La unificación de criterios es piedra angular en todo equipo de gobierno que se precie. Sí, la concordancia, la afinidad unidireccional, la coincidencia de un planteamiento común de cualquier Junta de Gobierno de nuestras Hermandades representa la línea editorial no escrita de su compenetración, de su cohesión y de su convicción. ¡Enhorabuena, apriorísticamente, por esta homogeneidad de ideas!

B) De la Academia de San Dionisio nos llega la composición de la nueva Junta de Gobierno resultante de los recentísimos comicios celebrados hace hoy justamente una semana. ¡Gratísima sorpresa la incorporación de mis amigos y hermanos –nos estimamos tal que así- Ángel Hortas y Juan Salido! Por cierto, y al hilo del pabilo de la cultura omnipresente en la red de redes, no dejéis de leer y releer las penúltimas reflexiones en torno al idioma, al lenguaje y a la escritura planteadas por Andrés Luis Cañadas –post arriba, post abajo- en su blog. Cerrada la digresión, sepa usted, preclaro lector, que el nuevo órgano directivo de la Docta Casa Jerezana queda formado de la siguiente manera:

Presidente: Joaquín Ortiz Tardío
Vicepresidentes: José Manuel Benítez del Castillo, Ángel Hortas Rodríguez Pascual y Antonio Murciano González
Secretario General: Andrés Luis Cañadas Machado
Tesorero: Juan Salido Freyre

Toda suerte de venturas en la nova/novísima andadura que ahora encara esta institución cultural durante los últimos veinticinco años presidida por el reconocido psiquiatra jerezano Francisco Fernández García-Figueras.

C) Antonio Heredia, responsable del gabinete de Comunicación y Prensa del Teatro Villamarta, me emplaza mañana a una rueda de prensa de presentación –grosso modo- de la próxima temporada 2009-2010. Haré todo cuanto esté en mis manos (ando cojeando del pie derecho: heridas propias de un accidente playero sin apenas trascendencia) para asistir a dicha convocatoria. Estarán presentes Pilar Sánchez, Loli Barroso e Isamay Benavente –la flamante directora del coliseo jerezano-. Será inexcusablemente dicha programación la que me aprenda al dedillo. Porque a partir de septiembre recupero –con intensidad y puntualidad- la crítica teatral. Tanto para la Cadena COPE como, posiblemente, para la reseña escrita.

y D) Esteban Pérez Abión ha inmortalizado a Pasión Vega con su cámara de portento. Esteban me dedicó una fotografía calificándome como “compañero” –hace ya la diluviana tira de años- cuando este servidor de nadie apenas había pisado entonces la redacción del periódico. Figurábamos en aquella instantánea que conservo como oro en paño don Rafael (Bellido Caro), Gaby Álvarez y yo. Esteban Pérez siempre me ha parecido un tallista del instante, un ojo avizor del frenesí del momento, un retratista/fotoperiodista de cuanto existe más allá de lo puramente visible. Es un creador de greguerías que estampa sus capítulos artísticos –también en negros sobre blanco- sobre la cuadratura de la imagen, sobre la sincronía del flash, sobre la bursátil arritmia de la vida. El genio necesita serenidad y liberación de horarios. Nada de acotamientos ni de engolamientos. Esteban no va por libre: sencillamente trilla los campos de la inspiración anhelando trizas y tripas de libertad. Cuando su cámara dispara, un fragmento de perennidad, un hallazgo de luz, renace en el papel (digitalizado o no, qué más da). Sus fotografías nos ayudan a avanzar por los anchos mundos de Dios. Avanzar, eso sí, siempre de costero a costero.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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