Una quedada en el veraniego Café de París

Estimados oyentes de la Cadena COPE: El Kisky es un cantante joven y saltarín capaz de muscular la alegría recóndita de nuestro entorno para acentuarla de chispa, gracia, vivacidad y filosofía de la calle. Acaba de saltar a la palestra de su primera maqueta musical y ya anda sorteando y esquivando e incluso soslayando las penurias, las lasitudes y las endémicas tristezas de los pesimistas por norma, por antonomasia y por añadidura. Así de torrencial y así de electrizante.

Las compañías musicales deben apostar al caballo no siempre ganador de los nuevos valores. En la intentona descansa la virtud. E incluso la virtualidad de unos hallazgos con perfiles de lozanía. El Kisky, de entrada, es buena persona, sonrisa con códigos de barras y puro nervio escénico. Alza la pancarta de la ilusión descrita en letras pendolarias, en frases subordinadas de energía positiva y en danzas de contagio.

Parte de Chiclana, de Rota, del Sur del Sur para abrirse camino en el –a menudo- enredado ámbito de la música. Pero –créanme- este chico posee la fórmula del empuje, el vademécum de la constancia, la sustancia que todo polvorilla de pro exige para su organismo de artista con redobles de inminente porvenir.

Cuando la crisis económica nos azota, nos acogota y nos vapulea sin concesiones, aparece El Kisky reclamando el dogma del sueño de ojos abiertos, de la imaginación y de la quimera como método de logro ficticio, de laberinto de fortuna del pensamiento, de esperanza a corto plazo.

Escuchemos su canción Soñar es gratis. Suena en antena este tema…

Y como recomendación de fin de semana, valgan cuatro apuntes. Primero: Escuchen música clásica mientras conducen: las sinfonías atemporales también amansan –e incluso ahuyentan- a las fieras de los accidentes de tráfico.

Segundo: Acudan al cine. Por ejemplo a la última de Sandra Bullock. Esta actriz hermosea la cuadratura de los fotogramas con su belleza de líneas rectas y de ojos rajados como almendras de lo expresivo.

Tercero: Lean libros sin prisas pero sin pausas. Comparen semánticas y convivan con la sintaxis del acento nuestro. No será mal momento tampoco para comprarnos alguna biografía de nombres de relumbrón del ámbito cultural español. Las biografías cuentan una vida más perdida que parida según la ortodoxa irrealidad de la memoria del protagonista en cuestión.

Y cuarto: Doten al paladar del gozo de la gastronomía de chiringuitos. Nada tan sabroso como la piriñaca de atún, los huevos con patatas, la paella o la ensalada en todo su esplendor de ingredientes mixtos. La semana próxima tomaremos un cortado en este Café de París que no cierra por vacaciones.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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