Ándense con ojo

No me negarán vuecencias que el parecido es cuanto menos razonable. No yerren en las previsiones: no me he extrapolado en el tiempo ni tampoco me he traspapelado en la máquina de la retrospección del calendario. Tampoco saludé de tú a tú a Miguel de la Cuadra Salcedo ni -¡qué más quisiera yo!- parloteé con don Camilo de la garra de oso y pluma de arabesca prosa (heráldica descendiente de los Cela Trulock) ni tampoco anduve de parranda (chupito va, risotada viene) con el peloncete guaperas Bruce Willis. Me consta que asusta la naturaleza clown de esta realidad física (díganmelo a mí, que rocé de cerca la dermis de sus estaturas y disparé a quemarropa las fotografías aquí lucientes). Incluso alguno respiraba a pecho rítmico. Es lo que tiene el Museo de Cera de Recoletos (Madrid): experimentas de través la sensacional, sensitiva y sensorial presencia de los ilustres afamados. Inclusive los difuntos con ribetes de leyendas míticas regresan por sus fueros a los escenarios cotidianos de su habitualidad. Ándense con ojo: en la plaza de Toros de la historiografía taurina de la España de siempre puede cornearle un morlaco de mil demonios. Dense por enterados.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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