En Triana tuvo que ser

Mis amigos más íntimos y mi gente cercana conocen y reconocen la pasión que un servidor de ustedes –y de nadie a la misma vez- siente y presiente por Triana. Hablo, naturalmente, de la tierra de la Esperanza que habita en la calle Pureza. Hablo, naturalmente, de la cuna que mece a la Estrella de la Mañana cuando anochece bajo un cielo de relumbrones. Hablo, naturalmente, del domicilio particular de Cristo con la Cruz a Cuestas a quien la popularidad de la costumbre apeló como ‘El Jorobaíto’. Entre el cielo infinito y el río que –puente arriba- cruza el Cachorro cada Viernes Santo emerge este paraíso de lo bonanzoso. El universo de un balcón chorreante de macetas. La cátedra de la gracia del vecindario de buganvillas. Los niños que todavía pueden jugar a la pelota en plena calle. La dulzura del andar de nuestra existencia. El altar mayor de la claridad. Las muchachas guapas, espontáneas, solventes y sonrientes que matrimonian empatía y simpatía en las entretelas del alma. Triana, sí, aquel rincón de beldades y de verdades acurruca en el seno prenatal de la identificación, en el paréntesis abierto de su distinción, en su vuelo rasante de la Andalucía de otro tiempo, en las hechuras de sus abuelas con roete de sabiduría, en las volutas concéntricas de su alfarería, toda una suerte de candilejas y de moralejas siempre bullentes dentro de mi particular filosofía de vida. Pues bien: he recibido un vídeo ocular y paradigmático que rebosa y rebasa todos los parámetros de la ternura. Un fragmento audiovisual capaz de aniquilar cualquier encono de materialismo, de patetismo, de egoísmo campante y rampante en los rellanos de nuestra sociedad, en los solanos de nuestro siglo XXI. Se trata de un fragmento de grabación de vídeo aficionado. Plasma la secuencia cumbre, la secuencia álgida, la secuencia que nos eriza del vello, la secuencia de lo inadvertido, la secuencia… de una ceremonia nupcial, de una boda en Triana. Técnicamente no genera ningún tipo de maestría. Pero su contenido merece el Óscar a la película más bella de la vida real. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Un filme que podría titularse de nuevo ‘Cosas que nunca te dije’ o ‘Donde el corazón te lleve’ o ‘Por amor, sólo por amor’. La sorpresa preparada por la novia ha creado un precedente de lágrimas y emociones conjuntas. El vídeo está batiendo todos los récords imaginables de visualización: plusmarca de sentimientos alzados tanto en España como en otros muchísimos países. Lo cual no me extraña en absoluto: el gesto, el guiño, la iniciativa, el tótem que podemos apreciar en la grabación dimana autenticidad por los cuatro costados de su intencionalidad y de su funcionalidad: las cosas bellas trasmiten por sí mismas. La protagonista del vídeo canta en el Coro de la Esperanza de Triana, juega en un equipo de futbol femenino, ejerce a diario su trabajo de comercial administrativa y cumple a la perfección con el sendero de su inagotable romanticismo. No he dudado una milésima de segundo: esta sintética tromba de amor debe publicarse en mi blog y asimismo extenderse por todos los rincones del Planeta Tierra. Si usted –al ver las imágenes- no siente las cosquillitas de la emoción en lo más profundo de su estómago, visite mañana mismo a su médico de cabecera y dígale que ha perdido toda la sangre que supuestamente corría por sus venas.

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