María Dolores Herrera González y las células madre adultas

Con sus voces de trovadores de los sentimientos que nunca fenecen, con sus afinadas gargantas de querubines de los estanques dorados, con sus pentagramas de ensueño, con sus guitarras de sincronías musicales, así cantaban Los Panchos aquel pegadizo estribillo anunciador del “dicen que la distancia es el olvido pero yo no concibo esa razón”.

Pues bien: la prestigiosa –y por veces renombrada- ponente de esta noche ha hecho acopio del verso melódico de aquel trío de cantantes de los boleros de la nostalgia para estrechar e incluso para pertrechar el kilometraje que distancia o acerca Sevilla de Jerez…y así tampoco olvidarse ella de la generosidad que la avala al extender sus conocimientos por otros colindantes puntos de la geografía andaluza ni mucho menos alejarse en demasía de los vínculos fraternales que la unen –por la vía de la misma sangre- a esta Muy Noble y Muy Leal Ciudad Jerezana.

Sepan vuesas mercedes que nuestra conferenciante emerge directamente de la cuna de Híspalis, del útero materno y mariano de la muy cofradiera Ciudad de Sevilla –canto y acanto de gongorina morenía, costumbre de vivir bajo un cielo que no siempre perdimos según la proclama periodística del legendario cronista Joaquín Romero Murube y casa particular del Señor que todo lo puede cuyo domicilio encontramos en la romántica plaza de San Lorenzo.

De entrada –y prácticamente de oxigenada salida- digamos a bote pronto que María Dolores Herrera González es una eminencia en el género que domina, que dictamina y que –per se- propina. Créanme a pies juntillas: su currículum produce vértigo. De puro extenso, intenso e intonso. Ni siquiera el disco duro del ordenador de su bien merecido prestigio profesional da abasto para tantísimo pliego de cordel de sumandos docentes, premios, cargos académicos, méritos adquiridos y virtudes a medias acalladas por la forja de su sencillez.

Inclínense de inmediato –en retrospectiva genuflexión- los siete sabios de Grecia ante tan inminente y eminente fajo de folios curriculares como consecuencia de una persistente vocación por la Farmacología de su talento, por el vademécum de sus innúmeras virtudes y por el recetario de su bonhomía. María Dolores Herrera obtuvo del Grado de Licenciada en Farmacia en la Facultad de Farmacia por la Universidad de Sevilla calificándose con Sobresaliente y Premio Extraordinario su Tesis de Licenciatura. Asimismo es Doctora en Farmacia por la Universidad de Sevilla con Calificación: Apto cum laude. Desde hace también bastantes años adquirió el título/rango/distinción de Farmacéutica Especialista en Análisis y Control de Medicamentos y Drogas por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

El espacio renace ahora exiguo para condensar la plétora de ponencias que ha impartido por acá y por acullá, por estos lares y por incontables tribunas de muchísimos países de nuestro ancho mundo. La cátedra de su voz autorizada comporta una realidad por nadie discutida. Pero María Dolores no destaca únicamente por la filigrana de su currículum sino también por las volutas, las cenefas y las sinalefas de su bienhadado y bien hallado carácter. Un carácter esgrimido con orlas de simpatía, de una persistente franqueza a prueba de bombas y de un altísimo sentido de la convicción familiar.

Religiosa hasta la médula de su mejor postulado moral: tan es así que inclusive su boda fue imagen fotográfica en las páginas del ABC cuando, por los fenómenos de convergencia de los memoriales del gozo que siempre regresan bajo palio, coincidiera la procesión extraordinaria de la Virgen de la Encarnación con la salida de María Dolores vestida de novia de su capilla del Sagrario de la Capital Hispalense en un reencuentro entonces también bendecido por Monseñor Cirarda y por nuestro siempre preclaro Carlos Amigo Vallejo.

Para el ciclo ‘Escuela de Salud’ de la programación cultural del Grupo Romero Caballero representa todo un incontenible orgullo contar con su docta palabra. Hablará de las células madre adultas y de las células embrionarias. Y todos nosotros, absortos ya de antemano, la escucharemos silenciando nuestros móviles, complaciéndonos por el altruismo de su lección magistral y prorrumpiendo al unísono el gesto germinal y siempre fervoroso de este sincero aplauso.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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