Dos rocieros sobrados de arte, inmersos de tronío, henchidos de ángel. Dos rocieros casta y entrañables hasta la médula. Dos rocieros –Juan Vázquez (más y mejor conocido popularmente como Fogarea) y María Jesús Robredo- han celebrado, siempre como Dios manda, sus bodas de plata. Vecinos de Mesas de Asta que este pasado mes de agosto se dijeron de nuevo el sí quiero. Una celebración cuyo desarrollo contó con todos los ingredientes –habidos y por haber- del rocierismo más cabal. Todos los invitados vestidos y revestidos de tales: esto es, de rocieros de pro y de prez. El matrimonio fue llevado hasta el altar de manos de sus dos guapísimas hijas. ¿Cabe distinción más alta? A la salida del templo brindaron en presencia de toda la concurrencia marcándose la feliz pareja, seguidamente, una sevillanas al son del tambor y el pito rociero. No faltó, insistimos, detalle ninguno. La fiesta se intensificó en la degustación de un exquisito ágape ofrecido por familiares y amigos en la conocida nave de Rafael Román (quien además cedió gustosamente el local para dicho evento). Como no podía ser de otra manera el acontecimiento se prolongó hasta bien entrada la madrugada. Finalmente Cristina Romero deleitó a todos los asistentes con una chocolatada acompañada de buñuelos. Bodas de plata emotiva donde las haya. Toda una demostración de amor, al decir de Fernando del Pino, “tan inusual según los tiempos que corren”. Enhorabuena, por tanto, a Fogarea y María Jesús.
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Publicado en la sección LA SACRISTIA del periódico LA VOZ
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