A vueltas con el cine

Esto es la intemerata. O la cristalización del cuchillo de palo siempre presente en casa del herrero. No estuve papando moscas ni tumbado a la bartola. Aunque los lectores –persistentes y resistentes como un batallón de leales- no lo crean a simple vista, puedo asegurar a pies juntillas que un servidor (de vosotros y de nadie) continúa erre que erre aporreando el teclado del ordenador al hilillo de la actualidad cinematográfica. Textos sueltos y resueltos, ¿también resolutivos? Reseñas volanderas y voladizas. Apuntes no carpetovetónicos sino experimentales, barrocos de intención, contraídos de planos medios. Por males del demonio encuentran comúnmente acomodo y asidero en colaboraciones dispares, profesionales o eventuales: rara vez encajan sus párrafos bajo la techumbre de este blog más personal que personalizado. Y así como la esperanza del perdón facilita los delitos, no debo por menos que –nunca asombradizo, tampoco confesionista- solicitar la indulgencia y asimismo la tolerancia de quienes, sabiéndome cinéfilo de cuna, reclaman el regular ramillete de críticas de cine ahora brillantes precisamente por su descarada ausencia. Tampoco pasaré por alto que el frufrú del frenesí cotidiano constriñe la posibilidad –técnica- de subir a este dietario cibernético cuantos textos nacen de la punta de lanza de mi estilográfica. Y escribo ‘estilográfica’ a remolque de una posmodernidad cuya arritmia propiciará –si no lo está propiciando ya- su escasa usanza o, en el peor de los casos, su desaparición. (Dicho sea entre corchetes y entre paréntesis: ¡Promulguemos vigorosamente la costumbre –saludable para la circulación del brazo derecho- de la grafomanía!). Digresión aparte: comparto de todas a todas con mis amistades (aficionadas en mayor o menor medida a la rueda de la fortuna del séptimo arte, a la canica –metáfora del universo en nuestras manos- de la fábrica de sueños) que no tiene perdón de Dios el desapego de este omnipresente blog con respecto a las críticas que, doblando la bisagra de antiguas secciones periodísticas, redacto a diestro y siniestro en formato ajeno. Vuélvase la oveja a su redil y retomemos de una vez por todas la incorporación o –precisando- la reincorporación del género del cine a este campo sin vallar de la anchurosa libertad expresiva de mi ‘Diario Inconfeso’. Unos granos de mostaza de sabrosura en tecnicolor que en ningún caso vendrán mal para la exculpación de la pena. El cine es la ficción de una realidad en potencia. O el asomo de la realidad que al sesgo se nos antoja ficcional. Vayamos, pues, vayamos entrando en harina…

PROGRAMACIÓN CULTURAL

PROGRAMACIÓN CULTURAL