Marco A.
Velo. Publicado en Diario de Jerez
Los artículos cofradieros –que por lo común son artículos
de urgencia- hay que escribirlos en caliente, al hilo del pansamiento, con
soñarrera y casi en duermevela. Hoy podría apelar a los vencejos quebrando
albores sobre el cenital gozo de una nova Semana Santa. Incluso deshojando la
hoja de la margarita de la pendular nostalgia cofradiera. Y no parecería ningún
pejiguera de tomo y lomo: más bien el pendolario articulista ajustado a la
dinámica de la voluta del incienso que nos envuelve. Hoy –nómada recalcitrante-
quizá estaría llamado a deslizar el teclado del ordenador bajo el arco triunfal
del alfabeto que piropea al párvulo cofrade de nuevo asido a bola de cera de su
aún todavía latente patria: la infancia. ¿No es la patria la verdadera nación
permanente del busilis del cofrade? Debería incorporarme a la musical sintonía
de las columnas periodísticas propias del día. Pero opto por el giro
copernicano. Por la vuelta de tuerca a contradanza. Por la inacostumbrada elección
temática. Por el revés del derecho. Por el dorso de la portada. Por el envés de
la cubierta. Hoy me salto a la pata coja los ditirambos al uso. Y, ni corto ni
perezoso, paso a reconvertirme casi en colaborador de un dominical programa de
‘Libros con uasabi’ –por cierto: no se lo pierdan: alta literatura en grado
sumo- para así, de sopetón, a las bravas, recomendar libros. Sí, lecturas e
incluso relecturas a los cofrades. No por acto de supremacía, nones, sino por
camaradería. E incluso por afán de reciprocidad. Me agrada y me reconforta
recibir recomendaciones de nuevos títulos, de obras recién lanzadas al mercado
editorial, a las librerías del diablo mundo. Permítanme huir de cualquier
fundamentalismo. Y seleccionar un selecto puñado de libros que no han de faltar
en los por lo común apretados estantes de las bibliotecas particulares de no
pocos cofrades de veras lectores. Que asimismo existen aunque a cuentagotas. No
desesperemos al proviso: esta cofradía aumentará a fuer de imantación
corporativista. Los cofrades leídos han de tomar mando en muchas plazas.
Compartamos, por ende, páginas harto saludables. ¿Mis propuestas? ‘Sevilla
(1801)’ de José María Blanco White. ‘Artículos (1923-1968)’ de Joaquín Romero
Murube. ‘Razones’ –compilación de artículos periodísticos- de José Luis Martín
Descalzo. Acomódense en el sillón de orejera de la lectura reposada antes de
saltar a reconquistar las calles de nuestra jerezanía nazarena. Una dosis de
prosa cincelada con primor de esculpidor del pensamiento nos aguarda. Como
también en las maderas del arte, minutos después -¿verdad que sí, Enrique de
Mora?-, nos aguardará Dios.