Pemán y Luis Gonzalo, entre Jerez y Cádiz - Columna de Marco A. Velo en Diario de Jerez



Alfa: Jerez activa a menudo el eufemístico espíritu de la contradicción. La ciudad suele caer, abstrusamente, en el pecado del silencio. En ese pringosillo tufo cainita un tanto aristofóbico (entiéndase -templando gaitas- en el sentido orteguiano del término). Rara vez Jerez sale respondón ante la matraca de la destemplanza social y de la incuria puntual. Pero, cuando frunce el ceño, toma el rábano por su hoja y saca pecho, las voces se multiplican en ubicuidad. A beneficio entonces de nuestro coleto. Así ha sucedido -viene sucediendo nunca al ralentí- durante las semanas penúltimas. Desde que extirparon el nombre de Pemán a su colegio de toda la vida, en no pocos foros oficiales y tertulias tampoco oficiosas ha salido a colación la referencia de quien in illo témpore -días después del “cautivo y desarmado…”- aceptara la dirección de la Real Academia Española con la única condición sine qua non de recuperar para sus sitiales a los académicos republicanos entonces pisando el abotargado suelo del exilio. Hoy esta Muy Noble y Muy Leal -¿muy leal?- Ciudad responde en cadena. Aludo -sin moquetes y sin motetes- a las manifestaciones arborescentes Jerez intramuros. ¿Esto es Jauja? ¿Causalidad al gorigori? ¿Efecto mariposa? Nones. Es la cristalización de ida y vuelta, el boomerang del mantenerla y no enmendarla. Las cuentas de la lechera del revanchismo sin ton ni son que funde y confunde las churras con las cuatro témporas. En seis actos de corte oficial de la Feria de Jerez 2017 -y de ideología plural (nadie salga por peteneras)- ha brotado -para bien y sin apelar en ningún instante al arte del birlibirloque- el nombre de José María Pemán. Me ahorro la explicitud pormenorizada de cada ocasión. También en sagaz e ingenioso artículo publicado en este papel prensa igualmente emergió -negro sobre blanco- la pasada semana el archiconocido “Pemán ha dicho de mí”. En el epílogo de la ponencia de Jesús Rodríguez Gómez en la Real Academia de San Dionisio fue el presidente de esta docta institución, Joaquín Ortiz Tardío, quien apelara a unos versos del autor de ‘El divino impaciente’ para su institucional reflexión de cierre. Una semana después, y desde la misma tribuna de oradores, la columnista de Diario de Jerez Carmen Oteo aludía a Pemán como “uno de los mejores articulistas de la historia de periodismo”. ¿Quién osa dudarlo? A Pemán le arrebatan el nombre de su colegio para así rescatar su figura de la mudez amnésica. ¿Esto, de bóbilis bóbilis, se llama en mi pueblo el tiro por la culata? Acaso la respuesta descanse en ‘Las flores del mal’ de Charles Baudelaire: “¿Mas era yo la víctima de un complot astuto, / o qué maligno azar así me rebajaba? /Pues conté siete veces, de minuto en minuto, / aquel siniestro viejo que se me multiplicaba. / El que reír intente de mi fosca inquietud, / y no soporte un escalofrío fraternal, / piense bien que no obstante tanta decrepitud,/ los siete monstruos eran de apariencia inmortal”.

Beta: Luis Gonzalo González es un chiquillo jubilado. Alma de niño e inquietud intelectual de polvorilla que, como el rayo de Miguel Hernández, no cesa. ¿Elixir de la eterna juventud? Hay quien afirma a pies juntillas que vivimos en pleno postapocalipsis y quien, como el compañero Luis, moderniza la reinterpretación de la realidad circundante en la fluvial -inasible e inasequible al desaliento- conjugación del verbo crear. Humanística y plástica van cogidas de las manos veteranas de este doctor en tantas e innúmeras disciplinas. Como Pemán, Luis Gonzalo se siente gaditano/jerezano o jerezano/gaditano. Que tanto monta la urdimbre cultural que alguna vez habrá de conciliarse al margen de gritos de guerra sin fundamento ni histórico ni sociológico. Acaba de obsequiar a la parroquia de Torresoto con la obra colorista denominada de sopetón ‘El Cristo del vino’. Yo, de entrada, diría con el poeta mexicano Enrique Díez Canedo que “ésta es una gran conquista… Ha llegado a conseguir musicalidad perfecta, que hace inútil el comentario técnico y muy difícil el sentimental, porque, más que a juicio, da margen, como una página de Shumann, a divagaciones y ensueños”. Di que sí, querido Luis.

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