Esta vez, Barcelona. Un artículo de José María Carrascal





Por José María Carrascal. ABC.


todos los grandes países europeos, FranciaAlemania, el Reino Unido, y si hasta ahora nos habíamos librado, en buena parte por haberse podido descubrir el golpe antes de darlo, al final lo han dado. ¿Dónde? Pues allí donde pueden causar más daño y somos más vulnerables. Barcelona en particular y Cataluña en general vive días tensos, apasionados, conflictivos, con todas las miradas puestas en el 1 de octubre, los nervios como cuerdas de violín y las pasiones desatadas por un gobierno local dispuesto a saltarse todas las leyes del Estado e incluso internacionales para lograr la independencia. No me digan que no era el escenario ideal para atraer la atención del mundo entero. El ISIS no podía desaprovecharla y ahí tienen los resultados. No han elegido el aeropuerto de El Prat, como se temía, aprovechando el caos que reinaba en él con la huelga de los controladores de pasajeros posiblemente porque tendrían ya preparado el golpe con otra de sus armas de nueva invención: el vehículo pesado haciendo eses por una calle de gran afluencia de público, como hicieron en Niza y Londres. Las Ramblas en las inmediaciones de la Plaza de Cataluña era el lugar ideal para este asesinato en masa. Por cierto: ¿siguen criticando la izquierda, los sindicatos, los nacionalistas el despacho de la Guardia Civil a El Prat? Son capaces.
La primera conclusión de este nuevo atentado es la ya conocida y, por desgracia, sufrida en muy distintos y distantes lugares de Europa: que el Estado Islámico nos ha declarado la guerra y nos atacará siempre que pueda, allí donde pueda y lo más salvajemente que pueda. ¿Por qué? El terrorismo no tiene otro objetivo que causar terror, amedrentarnos. Conforme está perdiendo la guerra en donde lucha en guerra abierta, Irak, Siria, se orienta más hacia Europa occidental, donde tiene «soldados» de sobra en la sombra. Precisamente Cataluña es el territorio español donde hay más musulmanes y están menos controlados los yihadistas, ya que aquellas autoridades tienen otras prioridades. Incluso intentaron atraerles a su causa independentista hasta darse cuenta de que lo único que atrae a esos luchadores es la guerra santa.
Puede ocurrir mañana en cualquier otra ciudad española, empezando por Madrid, que ya sufrió uno de los primeros y más sangrientos zarpazos de este terrorismo que alcanza un grado de ferocidad y salvajismo desconocido en las guerras modernas. Ante lo que es lógico preguntar a nuestros políticos si las cuestiones que vienen planteado -desde la plurinacionalidad de España a cómo esquivar las sentencias de los tribunales- son los apropiados para el momento presente. En cualquier caso, pienso que la Guardia Civil en El Prat no debe molestar a los barceloneses con sentido común. Incluso habrá quienes desearían verla por las Ramblas.

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