¿Cuánto cuesta el montaje de la Semana Santa?
Marco Antonio Velo – Jerez íntimo – Diario de Jerez
Si el Ayuntamiento tuviese que pagar la mano de obra necesaria para la puesta en calle de todo cuanto implica la Semana Santa, entonces los presupuestos no cubrirían ni una milésima parte. ¿Kick-off? La ciudad -huelga incontinenti decirlo- no disfruta de la embarras de richesse del abate d’Allainval. Tampoco del billetero del Tío Gilito. Ni por asomo políticos de determinada ideología pueden cuantificar -grosso modo- cuánto trabajo oculto -anónimo aposta, de puertas adentro- late -verbigracia- en la hipotaxis -valga el lenguaje figurado- de cada cofradía. El sentimiento cofradiero personifica el más óptimo director de Recursos Humanos. Aquí no cabe la negociación de salarios ni el trampantojo de una promesa directiva. Ni existen pagas extras ni tampoco una cena de empresa sufragada por el gerente de la marca. Ni mucho menos la alternancia de turnos: la práctica totalidad quedan centralizados en la franja nocturna hasta alcanzar de seguro los prefacios de madrugadas de días laborables. Una jornada detrás de otra como el filamento ímprobo de la hilera del continuum que, caído ya el calendario del Miércoles de Ceniza, no conoce coto ni descanso ni paréntesis abiertos ni recesos ni noche sabática.
¿Cuántas horas suman el ora et labora de los cofrades a propósito del montaje de la Semana Santa? ¿Hacemos -a lápiz y papel- cuentas? ¿La sociedad valora en su justa medida este desprendimiento que engrosa ya centurias de vigencia? ¿Quién neutraliza y, por consiguiente, compensa los minutos perdidos -irrecuperables, fugitivos, idos ya por el desagüe del proustiano tiempo perdido- de la ausencia de convivencia familiar -inexistente durante tantísimas noches desestructuradas- de esposas (o esposos) e hijos que permanecen cuasi a solas en el hogar mientras el/la ausente aprieta tornillos de candelerías o entrega alfileres a la Camarera de la Virgen? ¿Agradecen en idéntica coyuntura el cuerpo de hermanos de las cofradías la entrega al por mayor desmedida de un grupo de señores al dedillo pendientes de hasta el ultimísimo detalle apenas inapreciable a la luz de la retina del procomún? ¿Y las deshoras a sotavento del presidente y miembros del Consejo de la Unión de Hermandades, desempeño ingrato donde los haya al decir de no pocos a la sazón ex integrantes de este órgano de gobierno asido al sufrimiento y a la incomprensión la mayor de las veces?
Quien esto suscribe no apela a ninguna clase de fruslería. Los deslenguados para los títulos correctos de los libros (idiomáticos) de Julio Somoano. Y las bagatelas para quienes ahora continúan con el ensañamiento unidireccional de un muerto muy vivo: José María Pemán. Por cierto: del ilustre escritor -quien exigió e impuso a Franco la reincorporación para la Real Academia Española de todos los académicos republicanos entonces en el exilio y sus pertinentes tratamientos de igual a igual- habría que decir mismamente cuanto el Bizcocho -director de la chirigota de San José de la Rinconada ‘No te vayas todavía’ (¡qué bastinazo con tomati!)- comentaba al tenor del finado Manuel: “Que si estaba muerto, ahora ya no… porque ustedes lo estáis haciendo inmortal”. Como inmortal es el quid pro quo de los cofrades que a Dios ruegan con el mazo dando. Sin prestaciones y sin reconocimientos de trienios.
¿No merecen los cofrades, carísimos hermanos, el Premio Ciudad de Jerez? Un poner. ¿No merecen los cofrades innominados la nominación de benefactores de esta Muy Noble y Muy Leal Villa y Corte? ¿No merecen los cofrades una mención especial en la aprobación o desaprobación anual de los presupuestos municipales aún cuando sus partidas estén sujetas a la aquiescencia de constreñidos pactos de gobierno? Que nadie se llame a engaño, que nadie se mensajee en el saturnal festín de la sociedad de confort, que nadie permanezca alelado en los terraplenes de las Batuecas. El milagro de la Semana Santa se renueva gracias a los cofrades: esos héroes en sombras. Así fue, así es y así será. Por los siglos de los siglos. Amén.