¿Dónde comer buen menudo en Jerez?

Recomendamos seis lugares de referencia 

MAV - MIRA

Las fiestas navideñas son propicias y propiciatorias para el condumio. A solas o en entrañable compaña familiar. Con esta aseveración no descubrimos la pólvora. Se cultiva a cantidades industriales el noble arte del buen yantar. Y aunque, como rezaba la célebre letrilla del Arrebato, todos tenemos en casa “llenita la nevera”, tampoco es menos cierto que gusta -y apetece- muchísimo saltar a la calle para picotear, para almorzar, para tapear junto a los nuestros -ya fueren allegados o parentela-.

Los jerezanos no nos ponemos exquisitos a la hora de convivir en torno a la mesa y mantel fuera de nuestro hogar. Mucho menos a pie de barra o sentados alrededor del mejor brindis cuando elegimos nuestro bar de referencia. El cuerpo nos pide comida calentita. Y, por consiguiente y sin ambages, recetas de las denominadas caseras.
Comer en la calle durante los días navideños es apostar sobre seguro al mejor postor de la exquisitez tradicional, esto es: el cuchareo. Nuestro estómago nos dedicará entonces el más atronador aplauso de inicio. Y la más sonada ovación cuando ya el plato quede debidamente rebañado. El cuchareo se apoya en la complicidad de su óptimo aliado: el sopón. Cuchareo y sopones regados con los caldos de la tierra -léase vino de Jerez- constituye el adelantado regalo de Reyes Magos -el saludable por antonomasia- con el que podemos y debemos obsequiar nuestro organismo.

¿Cuál es el plato casero más buscado por los jerezanos en aquel bar o en este restaurante? No cabe duda: el menudo. Dígase así sobre el asfalto de esta Muy Noble y Muy Leal Ciudad. Evitemos -aunque no siempre- la denominación de callos por el momento. ¿Y dónde podemos comer menudo en Jerez sin riesgo ninguno de equivocación? En la hostelería, en no pocas casas de comidas -algunas más asentadas, otras más de más reciente apertura-. Pero así como el tiempo apremia y tampoco ahora se trata de redactar un manual gastronómico -sesudo- donde los haya, procedamos a bote pronto a recomendar seis lugares paradigmáticos para la alta exaltación de los guisos de cuchara y, específicamente -según el caso que nos ocupa- del siempre sabrosísimo menudo.

Primero: Bar El Volapié. No cabe más solera en aquel emblemático rincón del Paseo de las Delicias. Sus paredes tapizadas de fotos color sepia. Su asomo de los famosos bocadillos de pringá que durante toda la mañana significaron los desayunos característicos del sitio. La especialidad en riñones al Jerez, las mollejas en salsa y, sobre todo, el menudo. La familia Lara, tan querida en la ciudad, siempre supo dotar a su barra y a su comedor del distingo de la genuina gastronomía jerezana.

Segundo: El Mesón de Paco, sito en calle Arcos, número 33. Abierto a los jerezanos desde hace ya más de medio siglo. Un establecimiento muy acogedor y siempre animado de buen ambiente. Donde se combina el casticismo y la modernidad. La cocina es de categoría excelente. Una muy variada carta de carnes y pescados. El equilibrio calidad y precio se da por descontado. Siempre a favor del bolsillo de los clientes. Compruébelo el lector. Pero, naturalmente, recomendamos muy vivamente su menudo con garbanzos. Directamente de su elaboración al paladar del comensal. Una experiencia de veras irrepetible.

Tercero: La bodeguita de Jesús. En calle Pedro Rodríguez del Raño, número 15. Recomendable para gustosos del buen comer. Una aventura que en todos los sentidos abriga. Y que se nos exige de obligado cumplimiento si aún no hemos descubierto las gracias culinarias de este negocio a la antigua usanza. Para intimidar con el Jerez de otras épocas, con el Jerez del recuerdo. Servicio pronto y de cierta camaradería. Una cocina para chuparse los dedos. Mesas de diferentes alturas. Sillas y banquetas. Luz tenue. Buenos vinos de la tierra y mostito siempre fresquito. La carta del día escrita a bolígrafo sobre una libreta que depositan en la mesa del cliente tan pronto toma asiento. En la hoja a cuadros de la libreta podemos leer, por lo común, un listado la mar de apetecible: menudo, albóndigas en salsa, berza, cabrillas, contramuslo de pollo, pinchitos de atún, pinchitos de solomillo, riñones al Jerez, croquetas de espinaca, croquetas de ortiguillas y gambas, albóndigas de choco, bacalao frito, tortilla de camarones, cigalas plancha, carne mechada, chicharrones de Cádiz… ¿Nuestra sugerencia? El menudo regado por un vino de Jerez. Siempre menudo.

Cuarto: La Abacería, de La Cruz Vieja. Arcos de medio punto, enladrillado simulando la ornamentación de principios de siglo. Cerveza muy fresca. También -¡cómo no!- vinos con denominación de origen. La carta a la manera más castiza: gran pizarra escrita con tiza. En trazos blancos leemos algunas tentaciones irreprimibles como carrillá, ajo caliente, costillas, sangre con tomate, hígados de pollo, fideos a la marinera y, en primer lugar de salida, menudo. De mojar pan. También el cliente podrá disfrutar de una amplia vitrina de tapas frías. Ubicación emblemática para un homenaje culinario como Dios manda.

Quinto: Venta Esteban. Desde que los hermanos Ballesteros -Paco, Esteban, José, Manuel y Pedro- fundaran el primer establecimiento a principios de 1987, Venta Esteban es un clásico de la ciudad. Pese a estar situada más bien a la salida de Jerez. Cuenta con amplias zonas de aparcamiento. En estas fechas navideñas es un hito pillar una mesa. Pero merece la pena tanto la intentona como el adelantamiento, la previsión de puntualidad. Estar al quite. El servicio es rapidísimo. Si hablamos de Venta Esteban enseguida reparamos en su marisco cocido, la fama de sus carnes, la puntera ensaladilla... Sin desestimar, sino muy al contrario, sus guisos de cuchara. ¿Desea el lector probar una experiencia en sí misma? Pida un plato de menudo.

Y sexto: Venta San Hermenegildo. En calle Ronda del Pelirón. El recordado académico e investigador Juan de la Plata databa su fundación en la década de los 50. Hoy es tránsito y visita habitual de numerosos jerezanos. Destacan sobremanera los desayunos. Rebanadas de consideración para matrimoniar con un gran repertorio de mantecas. O jamón y aceite. Cunde por largo hasta la hora del almuerzo. El cliente puede elegir entre barra, comedor y terraza. Y adentrarse en el dinamismo de uno de los centros neurálgicos de la ciudad. El menudo de Venta San Hermenegildo ha cosechado -ya de antiguo y hasta nuestros días- merecida fama. Los sopones no pueden evitarse ni de lejos ni de cerca. Tan pronto nos sirven la tapa o el plato hondo la boca ya se hace agua. Una vivencia para los sentidos. ¡Pasen y prueben!

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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