¿Se abre un debate sobre los límites expresivos de los letristas de Carnaval?
MAV - MIRA
Desconocemos el porqué de esta carencia. Nos referimos a la ausencia de un experto asesor de Comunicación en el proceder de Belén Esteban y de su -¿ahora impetuosa?- hija Andreíta Janeiro. La niña legalizó un requerimiento legal contra la chirigota (sevillana) del Carnaval de Cádiz (COAC 2108) ‘Una corrida en tu cara’, popularmente conocida como la chirigota de los toreros. ¿Su propósito? Que la retiraran del concurso de agrupaciones. ¿El delito? Haber puesto en entredicho la belleza de la chiquilla. Posiblemente el nivel de mofa sobrepasó ciertos límites (tampoco especificados en parte alguna). ¿El código tácito de los letristas de Carnaval ha de someterse a cierta norma de respeto último? ¿Qué puede cantarse y qué no? ¿Sabía Andrea que el Carnaval de Cádiz es la fiesta de libertad, destilada con la dosis humorística de la guasa andaluza, donde además ha de relativizarse todo comentario por muy sarcástico que parezca? ¿No conviene de cuando en cuando reírse de uno mismo -de una misma en este caso-, como medida incluso terapéutica, acodándose además en el chiste ajeno? ¿Por el contrario la risa ha de amparar presuntos delitos de daño de imagen?
Si el requerimiento contra la chirigota de Sevilla es fracaso anticipado -al menos a priori-, resulta que, para más inri, estos toreros chirigoteros han respondido con el uso siempre inteligente de la ironía fina (puro periodismo de calidad). Y, tirando de cuplé, ahora manifiestan su arrepentimiento asegurando que Andrea “es muy guapa, muy guapa” y que la animarán en el certamen de Miss España. Retranca. ¿Estrategia de abogados de por medio? Lo cierto y seguro es que el debate se ha abierto. ¿En agraz? Y el juego del hilo fino de lo permisible ha bajado a pie de calle. El Carnaval es periodismo cantado. Y el periodismo también sostiene su código deontológico. ¿En qué extremo de la balanza descansa la razón?