¿Dónde comer bien y barato en Guadalcacín?
Recomendamos un lugar único con una carta de tapas inéditas
MAV – MIRA
Escaparse del centro de la ciudad, en un día de bullicio y frenesí laboral, para -alejado del mundanal ruido- arribar en la serenidad de las calles siempre amables de Guadalcacín… es algo así como adentrarse en la evasión de un interno y secreto retiro espiritual. Hacerlo además entre semana a la hora del almuerzo es punto menos que una invitación a la tranquilidad de nuestro fuero interno.
Hoy animamos a los lectores a probar la experiencia . O a experimentar la probatura. Una escapada de calma chicha, de sosiego de paréntesis abierto, de parada en la cotidianeidad. De respiro. De suspiro. De pacificación del estrés. De estacionamiento a capricho. Aparquen el coche en cualquiera de sus calles principales. Guadalcacín tiene muchas. Respiren abdominalmente en ocho tiempos. Estiren las piernas. Cierren los ojos al sol, ábranlos de nuevo y comiencen a caminar en busca de uno de los numerosos bares de mojar pan que existen en la zona…
Recomendamos uno a las claras. Restaurante/Venta el Puntal 2. En calle San Isidro, 2. No se arrepentirá. Ideal incluso para acudir con niños. La atención es cercana, sincera y simpática. Posee una amplísima terraza -cubierta o no, dependiendo de la climatología-. El sitio dimana tranquilidad. La carta sorprende de buenas a primeras… Por la variedad de sus tapas y por lo elaborado -e inédito en algunos casos- de la misma.
No puede el lector dejar de pedir la ensaladilla. Para rebañar el platillo. Ni el solomillo ibérico Bidasoa con Pedro Ximénez. Ni la pechuga de pollo al Puntal. Ni las albóndigas con salsa de almendras. Todas a precio muy módico. ¿Otras sabrosísimas? La carrillada ibérica con salsa de cítricos y nueces de Macadamia. Las croquetas de pechuga de codorniz con piñones. El lomo a la miel con reducción de vinagre balsámico. O el pulpo a la brasa con puré de patatas a la gallega.
Cocina de alta envergadura. Para dejar satisfecho el paladar del comensal. Ambiente cercano. Las tapas frías igualmente de diez. El salpicón de marisco, el picadillo de huevas o el paté de cabracho. Para rematar el tapeo, un postre casero de tocino de cielo o de pudding sabor turrón. No cabe mejor plan improvisado para relajar la mente por espacio de hora y media. O dos. Aunque el tiempo apremie. O no. En Guadalcacín siempre se acierta. Haga la prueba usted mismo.